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EL CAMBIO DE LA OFICINA

EL CAMBIO DE LA OFICINA

Con mi anterior post relacionado a las perspectivas en inmuebles comerciales, algunas personas me preguntaron por qué tenía una postura tan negativa con respecto a los espacios de oficina.

En realidad, siempre intento mantener posturas realistas. La oficina tendrá su lugar, sólo que será diferente y un tanto más reducido.

¿Qué tal si en unos años todo el mundo se empieza a preguntar por qué usábamos oficinas?

O al menos ¿Por qué íbamos a un lugar todos los días en un determinado horario a “trabajar”?

Digo a “trabajar” entre comillas ya que el hecho de estar en una oficina no implica trabajar. En muchos casos, las oficinas son inútiles porque los empleados pierden mucho tiempo yendo a reuniones que no añaden ningún valor o en urdir tramas políticas con los colegas. Mientras más grande la oficina, peor.

Casi de la noche a la mañana, las oficinas del mundo se han vaciado. Por el momento, la vida en la oficina ha terminado. Incluso antes de que llegara el COVID, la oficina había comenzado a tambalearse un tanto. Una combinación de rentas crecientes, la revolución digital, el tráfico de las grandes ciudades y las crecientes demandas de trabajo flexible, tuvieron como consecuencia que la fuerza laboral trabaje más de forma remota y cuando en la oficina, utilizando “hot desks”. Nadie imaginó que un incidente sanitario tan fortuito como dramático vendría a empujar esta tendencia con una fuerza tan vigorosa.

Se escuchan ya quejas desde algunos rincones de las izquierdas que reclaman:

¿Quién me va a pagar el aumento del consumo eléctrico por trabajar de casa?

Basta meditar sólo un poco para darse cuenta de que los beneficios superan con creces los aspectos negativos del trabajo remoto:

  • Ahorro de valioso tiempo personal en ir y regresar del trabajo.
  • Menos gasto en transporte.
  • Menos gasto en comidas fuera de casa.
  • Menos sedentarismo.
Las oficinas siempre han sido espacios imperfectos. Creadas para garantizar la eficiencia, las oficinas institucionalizan inmediatamente la ociosidad bajo una pátina de trabajo “porque estoy en la oficina”.

Lucy Kellaway, alguna vez escribió en el Financial Times sobre los absurdos de la vida de oficina, habla sobre la "gran artificialidad" que aceptamos cuando entramos en una oficina. “Fingimos que nuestra ropa siempre está en orden y que somos completamente profesionales e impersonales”.

Los romanos al parecer no tenían que ir a un lugar especial para trabajar. Sus tablillas enceradas y estiletes eran portátiles como nuestras tablets. Hace casi dos mil años, Plinio escribió una carta a Tácito. En ella le revelaba que, en lugar de ocuparse de sus asuntos en su escritorio, había decidido combinar su trabajo con la caza de jabalíes, concluyendo que era una forma de trabajo extraordinariamente productiva ya que "la mente se estimula y comienza a trabajar con rapidez de ejercicio" y continuó aconsejando lo que un conocido debería hacer: "cada vez que caza, que se lleve las tabletas". Esto me recuerda a un amigo que me comentaba hace algunos meses que él es muchísimo más productivo trabajando desde el Club Regatas que desde su oficina (y le creo).

Regresando al presente, las ventajas para los empleados son, creo, innegables. Para la empresa también habrá ventajas: menos metros cuadrados para comprar o alquilar. Mientras menos escritorios existan, la empresa también tendrá que invertir menos en los gastos relativos a la conversión necesaria para operar de manera segura. Esto puede implicar reconfigurar espacios de oficina compartidos, agregar pantallas de plexiglás entre los visitantes y los empleados, adquirir suministros adecuados de equipo de protección personal (PPE), crear nuevos protocolos de salud. La alternativa, claro está, es cambiar más al trabajo en línea. El futuro será, tal vez, una combinación de ambos. De hecho, en otros países, ya hay empresas de tamaño significativo que han anunciado a sus empleados que, a partir de ahora, podrán trabajar en casa hasta el 2021. Es de esperarse que esto tendrá un impacto importante en los hábitos del trabajo.

Los promotores en el sector construcción ya están haciendo planes. En otros países ya hay equipos de arquitectos planeando la conversión de edificios de oficinas en viviendas. Me he enterado que también en Lima hay planes en este sentido. Algunos incluso, están intentando hacer esto con algunos malls.

Todo dependerá de cómo cambien los hábitos y procesos dentro de las empresas. Por supuesto, también dependerá de las características específicas de cada inmueble, de sus zonificaciones y de su ámbito.

Si usted es propietario de oficinas o está buscando alguna, no dude en contactarme. Será una conversación provechosa ( [email protected] ).

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Alfredo Graf

[email protected]

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